30 años en la cárcel

Les presento un testimonio de una persona que lleva 30 años en la cárcel, reflexionemos un poco como puede ser la vida de una persona durante todo este tiempo dentro de un Centro Penitenciario....

Cayetano Oconitrillo Solano ha pasado las últimas tres décadas de su vida entre rejas y conoce desde adentro las historias de siete centros penales.
Hace 30 años empezó a pagar su condena por estafas en la Penitenciaría Central, lo que hoy es el Museo de los Niños.
OAS_AD('Left3');

De allí saltó al penal de la isla San Lucas (donde dice haber vivido feliz), y luego a Palmares de Pérez Zeledón, La Leticia de Guápiles, el Centro de Confianza de Guadalupe, La Reforma y ahora el Centro para Adultos Mayores en San Rafael de Alajuela.
A la “peni” llegó en algún año de la década del 70 que no logra recordar. Llegó mucho antes de que se conformara la banda de los Hijos del Diablo, pero también vivió el terror y la sangre de los enfrentamientos a puñaladas.
“En la ‘peni’ vi a dos matándose a puñaladas; para el segundo motín me pasaron a San Lucas”, relata Oconitrillo con una mueca de disgusto en el rostro.
Luego vivió “sus mejores años” en la porteña isla de San Lucas.
“Yo no cambio San Lucas, allá yo estaba en mi casita solo, yo era el cabo de la planta eléctrica. El director del penal andaba a caballo y yo andaba en carro”, recuerda, mientras la gente a su alrededor le sonríe la historia.
Cuando la cárcel cerró rodó por Pérez Zeledón y Guápiles y luego el Centro de Confianza en Goicoechea.
Para entonces ya acumulaba también una condena de 13 años por corrupción agravada.
Un día de 1993 decidió no llegar a dormir al Centro de Confianza y, por eso, lo “castigaron” enviándolo a La Reforma.
En todo ese tiempo, Oconitrillo no vio la construcción del Banco Nacional en San José, ni tampoco pudo ir al parque Central a recibir a la Selección de Futbol de Italia 90.
Pero para él, con 71 años de edad, lo que ocurre afuera no es importante, a excepción de sus dos hijas. Desde 1997 está en el Centro de Adultos Mayores, y allí tiene a sus amigos.
Ahora tramita una revisión de sus condenas para que le dejen libre pronto. Cuando salga, no irá a conocer el Banco Nacional ni el nuevo estadio. “Tengo dos hijas y lo único que añoro es estar con ellas”, afirmó.